Roads & Boats. Con mi burrito sabanero.

Presentación

¡Hola, gente!

El otro día me saltó una notificación en el móvil sobre un podcast de un programa que se llama La Contralúdica que hablaba de uno de esos juegos que tengo en casa medio olvidados porque no tengo nadie con quien jugarlos y me da algo de pereza sacarlos a mesa por la cantidad de componentes que tienen. En este caso se trata del Roads & Boats. Os dejo por aquí el enlace al podcast en iVoox (el enlace a spotify no sé cómo ponerlo), porque la verdad es que me pareció muy ameno y me encantó cómo el invitado explicó y expuso los principios del juego: este es el enlace.

El caso es que en un momento del video, la persona que lo presentaba comentó que uno de los problemas que tenía el juego, que era el de pintar las carreteras en el mismo tablero, lo había solucionado. El problema es que tienes que poner una lámina encima del tablero (yo usaba una tira de forro de libros), pegarla a la mesa, pintar los caminos sobre ella durante el juego, y rezar para que no se te borren mientras mueves las múltiples piezas pequeñas que trae consigo. La solución es bien sencilla: usar barritas de madera o algo similar para las carreteras. ¡Algo tan simple que nunca se me había ocurrido!

El caso es que me acordé que tengo un juego en casa que venía con componentes básicos (barritas) y componentes deluxe (vías de tren), por lo que podía quitar las barritas para usarlas de caminos. Y ya que estaba… ¡pues me decidí a echar una partida! Y ya que estaba… ¡convencí a dos incautas para que jugasen conmigo! Y ya que estaba… ¡me encantó!

¿Qué os puedo contar del Roads & Boats? Pues que es un juego muy feo, que en mesa se ve mejor que en foto, que tiene una caja grande de narices, con unos 1500 componentes en la caja base y más de 2000 con la expansión, que es un euro de mover fichitas de un lado para otro (un eurogame con pinta de wargame), totalmente configurable de partida a partida, y que a mí me encanta.

¿De qué va Roads & Boats?

Roads & Boats es un juego de civilizaciones, pero sin civilizaciones.

No, no, la loca no soy yo. ¡Los locos son los autores! Bueno, un poco loca sí, porque el resultado me parece fantástico.

Al principio de la partida tenemos tres burros (que sí, burros, sí), cinco tablones de madera, un montón de piedras y dos gansos (que sí, que sí, dos gansos). La verdad es que para ser un juego de civilizaciones todo esto suena un poco raro.

A partir de ahí, lo importante es la producción en cadena. Tienes que ir construyendo diversas fábricas o productores primarios (dan madera, roca, arcilla, minerales, petróleo), y con los recursos que te dan vas construyendo productores secundarios que van transformando esas materias primas en otros productos (tablones, papel, combustible, otros transportes más avanzados, carreteras, puentes…) y por último, tenemos los productores terciarios, que a partir de materias secundarias fabrican bienes de lujo (monedas, acciones de bolsa…), que son las que realmente puntúan al final de la partida.

Pues bien, el juego se centra en la logística de llevar los materiales de un lugar a otro de la manera más eficiente posible para producir cuantos más bienes de lujo mejor, puesto que son los que dan la puntuación gorda al final de la partida.

Y seguro que os preguntaréis ¿y los gansos?¿Para qué sirven los gansos? Los gansos son indispensables para la investigación. No sé por qué. Nadie lo sabe. Supongo que los autores del juego lo sabrán. O lo mismo tampoco. Pero sin gansos no hay investigación, y sin investigación no puedes llegar a conseguir ciertos tipos de transporte u optimizar las minas.

Todo es «fabricable» salvo los animales. Solo puedes aumentar la población de burros y de gansos mediante la reproducción. Y resulta que en este juego los animales son muy, muy tímidos. Solamente si están en una casilla de pasto sin ningún espectador (ni otros de su misma especie, ni fábricas, solo dos animales) se reproducen.

Y todavía no os he contado lo más descabellado de este juego: todo es de todos salvo los transportes. Como lo oís. Si alguien construye una fábrica, todo el mundo la puede usar. Si la fábrica produce algo, todo el mundo lo puede coger. ¿Y si todo el mundo lo quiere? Pues habrá que ver cómo va el orden de turno. Al principio del juego, todos estamos rezando en cierto orden aleatorio. El que más reza, menos se preocupa por lo mundano, así es que será habitualmente el último. Si hay un conflicto, los jugadores pueden pedir que se revise el orden de turno y entonces decidirán si seguir rezando (no les importa el orden del turno) o dejar de rezar (y atender antes los asuntos del mundo).

El modo en solitario es un rompecabezas en el que intentar hacer la máxima puntuación en un juego de 20 rondas. ¡Todo un desafío para la neurona!


Partidas jugadas al Roads & Boats

Os dejo las partidas que he ido haciendo paso a paso al Roads & Boats. ¡Espero que os gusten!


Mi opinión

¡Madre mía que juego más feo! Desde la caja hasta los componentes son totalmente antiestéticos… Además son incómodos de sacar, guardar, organizar, mover…. Pero a pesar de todo esto es un pedazo de juego como una casa. Más de una vez he comentado que me gustan los juegos feos, pero es que aunque sean feos me encanta la forma que tienen de ser jugados.

Además, otra de mis manías es que me encantan las fichitas. Creo que yo sería una feliz jugadora de wargames si la temática fuese otra, pero es que me encantan los cartoncitos cuadrados como fichas que pueden llegar a representar todo tipo de cosas. Solo tengo un par de juegos con este tipo de componentes, y uno de ellos es este Roads & Boats.

Este juego tiene una intensa interacción entre los jugadores si así lo desean, y dependiendo del mapa que se esté jugando, lo deseen o no le deseen porque puede haber una competencia directa por la consecución de recursos básicos. Sí, sé que otras veces he dicho que la interacción excesiva no me gusta nada, peeeeero como suelo jugar en solitario, pues realmente no es un problema para mí.

Eso sí, jugar sola implica que tienes que comerte la cabeza al máximo para conseguir la puntuación objetivo. ¿Y como sabes cual es esa puntuación? Pues porque hay varios foros en los que se proponen escenarios y la gente va subiendo la puntuación que ha obtenido. También suben sus mapas resultados, y a veces es muy muy curioso ver cómo se ha llegado a la misma solución del escenario por optimización de acciones.

Y me dejo ya de rollos y voy con la lista de pros y contras que le encuentro al juego.

Cosas que me gustan:

  • Tiene fichas cuadradas pequeñitas de cartón. Muchas muchas. Es algo que me encanta. Nada práctico, eso sí, pero me encanta.
  • Un juego de civilizaciones sin personas me resulta un concepto muy curioso, pero realmente sientes que estás creando cosas.
  • El mapa es totalmente personalizable al principio de la partida, lo que da lugar a partidas totalmente distintas en función de la combinación elegida.
  • Las reglas no son demasiado complicadas. Todo lo contrario, son realmente sencillas. Lo único que se necesita estudiar un poco más es el gráfico de dependencias entre edificios, que sí puede ser algo más complicado, sobretodo al principio.
  • Las partidas tienen un tiempo limitado siempre, aunque los jugadores pueden acelerar el final si se ponen a construir en la maravilla. Esto hace que no sepas realmente cuánto te queda y quieres optimizarlo todo al milímetro (aunque realmente no lo consigas).

Lo que no me gusta:

  • No me da tiempo de hacer todo lo que quiero en la partida! Pero vamos, eso es la maldición de los euros: cuando ya lo tienes todo más o menos montado y vas a despegar, la partida finaliza. Aunque siempre se puede alargar un poquito más para ver qué pasa… 😛
  • Una de las razones por las que compré el juego es porque las carreteras, al ser construidas, se pintaban directamente sobre una lámina transparente que traía el juego para ponerla sobre el tablero. Tras la partida esta lámina se borraba y listo. Cosas raras que me llaman la atención. No haced sangre sobre esto. El caso es que la lámina era tiesa a más no poder y la acabé cambiando por un pliego de forro de libros. Me iba mejor, pero aún así había problemas porque al mover las fichas sobre el tablero, había veces en que los caminos se borraban y las fichas se manchaban y todo era un desastre. Como solución, ahora uso unas barritas de madera de otro juego, pero esto hace que el tablero esté verdaderamente abarrotado de cosas. El caso es que en el original, lo de pintar encima del tablero es muy chulo pero muy poco práctico.
  • La caja es un cajote. Una medida más estándar es mucho mejor para todos. He tenido que buscar un lugar especial para guardar el juego porque no es una medida que encaje con nada en ninguna de sus dimensiones. El transporte también se hace complicado porque en las bolsas normales no suele caber. Además, teniendo en cuenta que yo tengo la expansión metida en la caja del base, y aún así queda espacio… Muy grande y muy destartalada.

 

Cosas que no me explico por qué a otros no les gustan:

  • La portada. Todo el mundo se mete con la portada del juego. A mí me resulta adorable. Vale que no es una portada al uso de juegos de mesa, pero es adorable. Por algún sitio leí que el dibujo fue elegido en un concurso entre estudiantes de primaria, pero no tengo yo muy claro si esto es cierto o no. A mí me gusta.
  • Es muy feo. Cierto, no es que no esté de acuerdo en que visualmente no es bonito, pero eso tampoco desmejora las mecánicas del juego. Además, teniendo en cuenta que el juego base tiene algo así como 1500 componentes, si lo llegan a hacer vistoso, además de que la caja sería mucho muchísimo más grande, el precio de venta se iría por las nubes.

 

Voy ya a finalizar esta entrada sobre el Roads & Boats. Sé que es un juego difícil de conseguir ahora mismo, pero si está a vuestro alcance y os gustan los juegos de gestión, yo no dudaría en adquirirlo. Y si queréis leer alguna de mis partidas, ¡un poco más arriba las tenéis!

¡Hasta luego, gente! 

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