Elaria se asomó por la ventana. Desde la curva del camino que llevaba al pueblo, una comitiva de aldeanos cargaba ramos, cestos, y cintas largas con flores tejidas. Algunos llevaban sombreros festivos, y otros iban descalzos.

Jugando en solitario, y mis gatos
Elaria se asomó por la ventana. Desde la curva del camino que llevaba al pueblo, una comitiva de aldeanos cargaba ramos, cestos, y cintas largas con flores tejidas. Algunos llevaban sombreros festivos, y otros iban descalzos.
El sol pálido asomaba entre las nubes dispersas cuando Saria, Veyne y la bestia emprendieron el descenso de la montaña. A pesar de la mejoría en el clima, la humedad aún impregnaba la tierra y las rocas, volviendo el sendero resbaladizo y traicionero.