Apenas comenzaba a calentarse el aire en la linde del bosque cuando Elaria escuchó pasos decididos, con un ritmo marcado. Un aventurero se presentó en la entrada, con un pañuelo sucio alrededor del cuello y una voz que dolía al escucharla.

Jugando en solitario, y mis gatos
Apenas comenzaba a calentarse el aire en la linde del bosque cuando Elaria escuchó pasos decididos, con un ritmo marcado. Un aventurero se presentó en la entrada, con un pañuelo sucio alrededor del cuello y una voz que dolía al escucharla.
No hubo amanecer que anunciar aquel día. El alba apareció tímida y cansada tras la furia de la tormenta, ocultándose entre nubes pesadas y oscuras que abrazaban la montaña como un manto viejo y desgastado. Las nubes descendían lentamente por las laderas, convirtiéndose en jirones de niebla que reptaban silenciosamente sobre las rocas húmedas, dejando una estela fría tras su paso.