Condiciones iniciales.
En lo profundo de un valle verde y exuberante, se encontraba una pequeña aldea llamada Villa Esperanza. Esta aldea era hogar de amables y trabajadores habitantes que dependían en gran medida de sus tres queridos burritos para ayudar en las tareas diarias. Había un burrito llamado Pinto, otro llamado Estrella y el tercero, el más joven y juguetón, se llamaba Pancho.
Pancho, con su curiosidad innata, solía aventurarse por los alrededores de la aldea, explorando cada rincón que encontraba. Un día, mientras seguía una mariposa colorida, se aventuró demasiado lejos y se perdió en el espeso bosque que rodeaba Villa Esperanza. Cuando los aldeanos se dieron cuenta de que Pancho había desaparecido, se llenaron de preocupación y tristeza.
Sin embargo, a pesar de la pérdida de Pancho, los habitantes de Villa Esperanza sabían que debían seguir adelante. Entendieron que la vida continuaba y que debían trabajar juntos para superar la adversidad. Decidieron unirse y redoblar sus esfuerzos para mantener la aldea próspera.
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Los inicios de la producción.
Con Pinto y Estrella trabajando incansablemente, transportando mercancías y ayudando en las labores agrícolas, la aldea comenzó a recuperar su ritmo. Los aldeanos, motivados por el espíritu de solidaridad y determinación, plantaron más cultivos, repararon las viviendas y mejoraron la infraestructura de la aldea.
Los dos burritos queridos de la aldea, comenzaron a compartir una conexión especial que trascendía la amistad. Su amor creció con el tiempo hasta que decidieron formar una familia juntos. Finalmente, llegó el día en que Pinto y Estrella dieron la bienvenida a dos adorables burritos que llamaron Sol y Luna.
Con el crecimiento de la población y la determinación de los aldeanos por mejorar su calidad de vida, decidieron buscar nuevas formas de recursos. Fue entonces cuando surgió la idea de establecer una cantera para extraer piedra y una casa de leñador para aprovechar los recursos forestales cercanos.
Con trabajo duro y determinación, los aldeanos comenzaron a construir la cantera y la casa de leñador. Trabajaron juntos, cortando árboles, extrayendo piedra y construyendo las estructuras necesarias. Pinto y Estrella, con su fuerza y dedicación, contribuyeron transportando materiales y ayudando en todo lo que pudieron.
Después de meses de arduo trabajo, la cantera y la casa de leñador finalmente estuvieron terminadas. La cantera proporcionaba piedra para la construcción y otros proyectos, mientras que la casa de leñador suministraba madera para calentar los hogares y otras necesidades de la aldea.
Con estos nuevos recursos a su disposición, la aldea prosperó aún más. La piedra de la cantera se utilizó para construir nuevas casas y mejorar la infraestructura de la aldea, mientras que la madera proporcionada por la casa de leñador ayudó a mantener cálidos los hogares durante los fríos inviernos.
Pinto, Estrella y sus hijos, Sol y Luna, se sintieron orgullosos de haber contribuido al crecimiento y desarrollo de Villa Esperanza. Con cada día que pasaba, la aldea se fortalecía, y la felicidad y la prosperidad florecían en cada rincón.
Los gansos.
Los aldeanos vislumbraron un futuro prometedor en los ricos minerales que yacían en las montañas circundantes. Inspirados por esta visión, decidieron establecer una mina para extraer hierro y oro, aprovechando los recursos naturales de su tierra. Para ello, primero deberían construir un aserradero para tratar los troncos de los bosques cercanos, transformándolos en madera de calida. Ese aserradero no solo proporcionaba materiales de construcción, sino que también generaba empleo y oportunidades para la comunidad.
Una vez que el aserradero estuvo listo, con determinación y trabajo duro, comenzaron las excavaciones en las profundas entrañas de la montaña, extrayendo valiosos minerales que pronto se convertirían en la base de la prosperidad de la aldea.
Con el objetivo de mejorar la comunicación y el intercambio de ideas, se erigió una fábrica de papel algo alejada de la aldea para evitar el mal olor que el proceso de creación de papel genera. Utilizando técnicas tradicionales y modernas, los aldeanos producían papel de alta calidad que se utilizaba para cartas, libros y otros documentos importantes. Esta fábrica de papel se convirtió en un enclave vital, facilitando la educación y la difusión del conocimiento entre los habitantes de Villa Esperanza.
Mientras tanto, uno de los vecinos de la aldea decidió emprender un negocio de cría de gansos. Con cuidado y dedicación, estableció un criadero de gansos que pronto se convirtió en una fuente confiable de carne y plumas para la aldea. Los gansos también proporcionaban huevos frescos y se convirtieron en una adición bienvenida a la dieta de los aldeanos.
El retorno de Pancho.
Un día soleado trajo consigo una sorpresa inesperada a Villa Esperanza: Pancho, el burrito perdido, regresó a la aldea. Los habitantes, llenos de alegría y emoción, organizaron una gran celebración para dar la bienvenida a su querido amigo de regreso a casa. Pancho, con su característico rebuzno alegre, se unió a la festividad.
Sin embargo, la llegada de Pancho también coincidió con un crecimiento continuo de la población en la región. Con más personas viviendo en la aldea y sus alrededores, surgió la necesidad de encontrar nuevas formas de abastecer a la comunidad. Con esto en mente, los aldeanos se propusieron construir una fábrica de combustible que les permitiera satisfacer las crecientes demandas de energía y recursos. Los habitantes de Villa Esperanza se embarcaron en la ambiciosa empresa de construir la fábrica de combustible. Utilizando sus habilidades y conocimientos, así como la ayuda de Pancho y otros amigos animales, comenzaron la construcción de la instalación.
Utilizando tecnologías innovadoras y prácticas sostenibles, la fábrica producía combustible que abastecía a los hogares, vehículos y maquinaria de la comunidad, garantizando un suministro confiable y accesible para todos. La energía y los recursos generados por la instalación impulsaron el crecimiento económico y mejoraron la calidad de vida de los habitantes.
Money, money, money.
Con la necesidad de facilitar el comercio y hacerlo más justo entre los habitantes de Villa Esperanza, los aldeanos decidieron dar un paso adelante y acuñar su propia moneda. Después de reuniones y discusiones comunitarias, se decidió llamarla «Esperanza», en honor al espíritu de esperanza y unidad que caracterizaba a la aldea. Con la moneda «Esperanza» en circulación, el comercio se volvió más fluido y equitativo, permitiendo a los habitantes intercambiar bienes y servicios de manera justa y eficiente. La moneda también sirvió como símbolo de orgullo y pertenencia para la comunidad.
Mientras tanto, la noticia de que la mina original se había agotado preocupó a los habitantes de Villa Esperanza. Sin embargo, más pronto que tarde tomaron la determinación de construir una nueva mina. Con la ayuda de Pancho y la mano de obra adicional que proporcionaba, y tras descubrir un nuevo depósito de minerales cercano, los aldeanos se embarcaron en la construcción de una nueva mina. Con técnicas mejoradas y la experiencia acumulada de la mina anterior, los aldeanos avanzaron con eficiencia y determinación.
Con el tiempo, la nueva mina se convirtió en una fuente vital de recursos para la aldea. La producción de minerales permitió a Villa Esperanza mantener su prosperidad y continuar creciendo. La combinación de la moneda «Esperanza» y la nueva mina fortaleció aún más la economía de la aldea, asegurando un futuro próspero para todos sus habitantes.
No hay que correr nunca tras un tranvía ni una acción. !Paciencia!
Con una economía próspera y una comunidad unida, los habitantes de Villa Esperanza se encontraban en una posición única para avanzar hacia nuevas oportunidades. Reconociendo la importancia de tener un sistema financiero robusto y sofisticado, decidieron dar el paso audaz de construir un mercado de valores en la aldea, convirtiéndola en un verdadero referente en la región. Los aldeanos se pusieron manos a la obra para construir la Bolsa de Villa Esperanza. Reuniendo recursos y conocimientos, diseñaron una infraestructura moderna y eficiente que permitiría a los inversionistas comprar y vender acciones de empresas locales e internacionales.
La Bolsa de Villa Esperanza se convirtió rápidamente en un centro de actividad financiera, atrayendo a inversionistas y empresarios de todo el país y más allá. Con la moneda «Esperanza» como moneda base, se establecieron empresas locales que cotizaban en la bolsa, ofreciendo oportunidades de inversión a los habitantes de la aldea y más allá. El papel fabricado en la fábrica de papel se convirtió en un activo valioso en el mercado, utilizado para documentar transacciones y registrar contratos. El combustible producido en la fábrica de combustible alimentaba la maquinaria y vehículos utilizados en las operaciones comerciales, facilitando el flujo de bienes y servicios en toda la región.
Con el tiempo, la Bolsa de Villa Esperanza se consolidó como un importante centro financiero y económico, impulsando el crecimiento y la prosperidad de la aldea y sus habitantes. Las empresas locales prosperaron, creando empleos y oportunidades para la comunidad, mientras que los inversionistas vieron crecer sus carteras y sus activos.
Puntuación final.
¡Guau! Creo que me ha salido bastante bien la partida. Me he comido muchísimo la cabeza, pero creo que el resultado ha sido muy satisfactorio. Ahí va mi puntuación:
Concepto | Puntos por elemento | Número | Puntos para La amarilla |
---|---|---|---|
Oro | 10 | 5 | 50 |
Monedas | 40 | 1 | 40 |
Acciones | 120 | 1 | 120 |
Maravilla | 10 (por fila con presencia) | 3 | 30 |
PUNTUACIÓN TOTAL | 240 |
¡Ole, ole y ole! ¡Pues he obtenido la puntuación máxima que otra gente ha conseguido obtener en este escenario! Se me está dando bien esto de la logística…
Si queréis ver qué me parece este juego, haced clic aquí.
¡Hasta la siguiente partida!
FIN
Imágenes de la partida
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