Conservas. Agosto. Intento 1

El mes de vacaciones por excelencia en nuestro país. Esta vez nos toca jugar el mes de agosto en el modo campaña del juego Conservas en el intento 1.

Antes de nada, si acabas de aterrizar y quieres hacerte una idea de qué va este juego, haz clic aquí para ir a la página donde más o menos explico de qué va. Y si quieres ir a la página oficial del juego, aquí tienes su enlace.

Y ahora, veamos de qué va este escenario antes de comenzar.

El escenario Agosto en Conservas

Tema

Se avecinan mares tormentosos. Este mes está previsto que llueva mucho y que crezca el nivel del agua. Durante la temporada de tormenta debes tener cuidado para no alterar el equilibrio medioambiental, especialmente sensible en esta época del año.

Como siempre tienes que evitar la sobrepesca, pero tampoco puedes dejar que una especie se reproduzca demasiado y altere el ecosistema.

Preparación

Capital inicial: 12 monedas

Contenido para la bolsa: 7 sardinas, 7 zamburiñas, 3 pulpos y 6 fichas de agua.

Barco inicial (al azar entre 2): Cuqui Shark.

Objetivos financieros y de sostenibilidad

Estándar: 50 monedas, de 5 a 10 sardinas, de 3 a 6 pulpos.

Difícil: 60 monedas, de 6 a 9 sardinas, de 4 a 5 pulpos.

Conservas. Agosto. Intento 1. Inicio

Desarrollo del escenario

Día 1

El primer día de agosto amaneció con un cielo encapotado, presagio de los mares tormentosos que se avecinaban. Confiando en nuestro modesto Cuqui Shark, nos lanzamos a la mar, rodeados por un espectáculo casi abrumador: bancos inmensos de sardinas que saltaban y brillaban bajo la luz grisácea.

Pero aquel no era nuestro objetivo. Sabíamos que el equilibrio era frágil en esta temporada y que había que actuar con prudencia. Así que resistimos la tentación de llenar las redes de sardinas y aguardamos con paciencia a las zamburiñas, que por fin respondieron a nuestra espera. El pequeño Cuqui Shark, con su limitada capacidad, logró llenar la bodega con un único lote de zamburiñas. No era mucho, pero nuestra embarcación no daba para más.

De regreso a puerto, y consciente de que el mes no se podía afrontar con un solo barco de carga tan modesta, decidí invertir en una nueva embarcación. Así llegó a nuestra flota el Percebe un olor, una nave cara, sí, pero ampliable, lo que la convertía en una joya a largo plazo. Con ella podíamos soñar en grande: un barco capaz de crecer y adaptarse con nosotros.

El lote capturado fue llevado de inmediato a la fábrica, donde lo enlatamos y lo enviamos al mercado, convirtiéndose en beneficio líquido inmediatamente.

Conservas. Agosto. Intento 1. Día 1

Día 2

El segundo día de agosto amaneció con un mar inquieto, de olas cortas y vientos caprichosos. La tormenta aún no había descargado toda su fuerza, pero se sentía en el aire que algo se gestaba. Con la capacidad de nuestra flota ya aumentada a tres lotes en total, nos lanzamos mar adentro con cautela, decididos a aprovechar lo que el océano quisiera ofrecernos.

La jornada no fue mala: dos lotes de sardinas y uno de zamburiñas llenaron nuestras bodegas. Ni rastro aún de los pulpos, que parecían ocultarse en rincones profundos, pero estábamos seguros de que tarde o temprano saldrían a nuestro encuentro. De regreso a puerto, el procedimiento fue directo: los tres lotes pasaron por la fábrica, fueron enlatados y vendidos, generando beneficios sólidos para nuestras arcas.

Con el mercado activo y los bancos de peces claramente en auge, comprendí que era el momento de dar un salto estratégico. Invertí en una nueva adquisición para la flota: el Camarón de la Isla, una embarcación grande, capaz de transportar por sí sola cuatro lotes en cada salida, superando de largo a nuestros dos pequeños navíos juntos. Mientras el Percebe un olor aguardaba aún sus futuras ampliaciones, el Camarón llegaba para convertirse en un auténtico buque insignia, fuerte y eficiente, preparado para la temporada tormentosa.

Conservas. Agosto. Intento 1. Día 2

Día 3

En el tercer día de agosto el mar, aunque aún encrespado, nos ofreció una jornada generosa: seis lotes en total, repartidos con equilibrio entre tres de sardinas y tres de zamburiñas. Las cubiertas se llenaron de vida, y la tripulación trabajó sin descanso hasta que todo aquel tesoro estuvo en tierra firme.

En la fábrica, las calderas y hornos rugieron con fuerza. Los seis lotes fueron enlatados sin demora y enviados al mercado, donde los compradores los recibieron con entusiasmo. Los beneficios fueron muy satisfactorios, un impulso más en este mes exigente de tormentas y mareas caprichosas.

Con parte de esas ganancias tomé una decisión prudente pero estratégica: ampliar la flota con una embarcación más modesta, pero fiable. Así llegó el Pezdigitador, un barco pequeño, seguro y manejable, perfecto para reforzar nuestras operaciones y añadir flexibilidad a nuestras salidas. Puede que no fuera un coloso como el Camarón de la Isla, pero su papel en la flota sería igualmente valioso.

Conservas. Agosto. Intento 1. Dia 3

Día 4

El cuarto día de agosto fue una jornada para recordar. El mar, aún bajo cielos tormentosos, nos regaló diez lotes en total: seis de sardinas, tres de zamburiñas y, al fin, uno de pulpos, la especie que se había hecho esperar. Verlo en cubierta fue motivo de júbilo entre los marineros: un signo de que nuestra paciencia y prudencia estaban dando frutos.

El Cuqui Shark, en lugar de pescar, fue enviado a una misión diferente: explorar nuevos caladeros. Ligero y ágil como era, cumplió a la perfección, trazando mapas y descubriendo rincones del mar que podrían ser claves para el futuro.

Mientras tanto, en tierra, el bullicio de la fábrica no cesaba. Los diez lotes fueron procesados y enlatados sin demora, y el mercado los absorbió casi de inmediato, dejándonos beneficios tan rápidos como abundantes.

Y como si todo esto no fuera suficiente, cerramos el día con la llegada de una nueva adquisición para la flota: el Usain Boat, una pequeña embarcación veloz, diseñada para movimientos rápidos y eficientes. Puede que su bodega fuera modesta, pero su velocidad lo convertía en una pieza estratégica, ideal para complementar al resto de barcos en plena temporada tormentosa.

Día 5

El quinto día de agosto lo afrontamos con cautela. El mar llevaba días dándonos con generosidad, pero sabíamos que tanta abundancia podía volverse en nuestra contra si no actuábamos con responsabilidad. Era momento de darle un respiro al caladero.

El Usain Boat fue enviado con una misión especial: explorar nuevas zonas de pesca, con la orden estricta de no capturar nada. Su velocidad lo hacía ideal para esa tarea. Los demás barcos, en cambio, zarparon con una consigna clara: no volver con las bodegas llenas, aunque sus capacidades lo permitiesen.

Aun así, la fuerza de nuestra flota se hizo notar. De regreso a puerto, contamos ocho lotes en total, variados y valiosos. No era un exceso, pero sí una muestra de lo que podíamos lograr incluso con restricciones. De ellos, dos fueron destinados a la rehabilitación del caladero, con especial atención a los pulpos, cuya presencia había sido escasa hasta entonces. Queríamos asegurar que estas criaturas pudieran reproducirse y recuperar su lugar en el equilibrio marino.

Los seis lotes restantes fueron procesados en la fábrica, enlatados y vendidos en el mercado con rapidez. El dinero fluyó de inmediato, y los compradores, fieles a nuestra marca, se llevaron las conservas con la confianza de siempre.

Decidí no invertir en nuevas embarcaciones. La flota actual ya era enorme y poderosa, más que suficiente para afrontar cualquier reto que agosto nos presentara.

Día 6

El sexto día de agosto me encontró postrado, vencido por el cansancio acumulado de jornadas intensas bajo cielos tormentosos. El Cuqui Shark, con sus cubiertas siempre azotadas por el viento y la lluvia, había sido mi puesto de mando durante días, y al final mi cuerpo decidió que necesitaba reposo.

Así, la flota zarpó sin mí. Desde tierra, escuchaba a lo lejos el eco de los barcos que partían hacia alta mar, confiando plenamente en que mis hombres sabían lo que tenían que hacer. Y como ya había ocurrido en otras ocasiones en que la enfermedad me obligó a retirarme, no quisieron cargarme con preocupaciones.

Lo único que me llegó fueron palabras breves y tranquilizadoras: todo había salido bien. Las bodegas habían vuelto llenas, la fábrica trabajó a pleno rendimiento, y el ritmo de nuestra empresa no se detuvo a pesar de mi ausencia.

Ese día quedó en mi memoria como un espacio en blanco, un paréntesis de fiebre y reposo, pero también como una muestra de que la compañía ya había crecido lo suficiente para sostenerse incluso sin mi presencia constante.

Día 7

El séptimo día de agosto me encontró más repuesto, aunque aún sin fuerzas para embarcarme. Preferí quedarme en tierra, supervisando desde la fábrica, atento al ir y venir de las tripulaciones. Había dado una orden clara antes de que zarparan: cautela en las capturas. No se trataba de llenar bodegas por llenar, sino de mantener el equilibrio en medio de unas aguas tan sensibles durante la tormenta.

La jornada fue generosa, pero medida. Los barcos regresaron con once lotes en total, suficientes para sostenernos sin desbordar el caladero. De ese botín, cinco lotes fueron enviados directamente a la conservera, que los transformó en productos destinados al mercado con la eficiencia acostumbrada.

Los seis lotes restantes tuvieron un destino distinto. Decidí invertirlos en proyectos variados, todos ellos con un impacto más allá del beneficio inmediato. Se organizaron cursos para la tripulación sobre pesca ética, asegurando que cada hombre de mar entendiera que el futuro depende tanto de lo que capturamos como de lo que dejamos crecer. Y también se apoyaron iniciativas de conservación ligadas a la madre naturaleza, reforzando la salud de los ecosistemas que nos sostienen.

Tanto tiempo en puerto hizo que adquiriese una nueva embarcación para la flota: el ¿Te parece bonito? Era pequeño, por lo que el impacto era mínimo, y su mantenimiento también era casi nulo, lo que lo hacía perfecto para completar nuestra flota.

Día 8

El octavo día de agosto amaneció con cielos grises y un mar que parecía debatirse entre la calma y la tormenta. Nuestras embarcaciones zarparon con la misma disciplina que habíamos mantenido durante todo el mes: no llenar las bodegas más de lo necesario. El mar ofrecía más, mucho más, pero nuestro equilibrio ya estaba logrado, y era sabio no tentar a la fortuna ni al ecosistema.

Así, los barcos regresaron con ocho lotes justos, en los que sardinas, zamburiñas y pulpos se mezclaban en las cubiertas, reflejando el fruto de un mes en el que habíamos aprendido a respetar tanto al océano como a sus ciclos.

Los ocho lotes fueron llevados de inmediato a la fábrica, enlatados con la misma destreza de siempre y enviados al mercado. Allí, como era ya costumbre, desaparecieron de los puestos casi al instante, confirmando una vez más la confianza que los clientes depositaban en nuestra marca.

Conservas. Agosto. Intento 1. Final

Cumplimiento de objetivos

El mes de los cielos grises nos enseñó a contener la ambición. Frente a un mar generoso, aprendimos a limitar las redes y a invertir en la preservación de lo que nos da sustento. Entre capturas prudentes, nuevas embarcaciones y proyectos de conservación, logramos beneficios, y también la certeza de haber protegido el delicado equilibrio del océano. Agosto fue una lección de respeto: prosperar sin olvidar que el mar, si se cuida, siempre devuelve con creces.

Estos han sido los resultados obtenidos:

Capital final: 59 monedas

Contenido de la bolsa: 9 sardinas, 5 pulpos, 3 mejillones y 16 fichas de agua.

Barcos finales 6: Cuqui Shark, Percebe un olor, Camarón de la isla, El Peztidigitador, Usain Boat y ¿Te parece bonito?

Número total de mejoras adquiridas: 4

Conservas. Julio. Intento 1. Final.

Hemos superado el nivel en dificultad Normal.

Me parece a mí que la embarcación adquirida en el penúltimo día de agosto me ha costado el no poder superar el nivel en dificultad Difícil. Tendré que repetir de nuevo el escenario para intentarlo…

Hasta luego, gente!

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