Vamos a continuar la partida 1 del juego Apothecaria. Ya estamos en la semana 12. La semana pasada tuvimos un subidón al curar a dos pacientes al mismo tiempo sin apenas margen de error.
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¿Qué traerá el viento a nuestra cabaña?
Estado de la partida.

Nombre: Elaria.
Reputación: 17
Dinero: 107
Fecha: duodécima semana de la primavera.
Objetos:
- Un caldero para hervir ingredientes
- Un alambique para destilar ingredientes
- Un mortero para triturar ingredientes
- Colmena que añade dulzura (disponibles 3/4)
- Un desván de cuervos, que añade un paciente a la semana.
- Un campo de cultivo en el que puede sembrar un ingrediente tipo planta.
- 1 Songberries ⭐ (trituradas para [HUMOR]). Añaden un punto de dulzura.
- Deep Reed ⭐ (triturado para [OÍDO] [SANGRE] y [ESTÓMAGO]).
Planteamiento de la semana
🧍 Carta de visitante local: 7 de tréboles (monstruo)
🦠 Carta de enfermedad local: Q de picas
🐦⬛ Carta de enfermedad remota: Q de diamantes
🐛 Enfermedad local y 🦗 Enfermedad remota: Picaduras en la lengua. La reciente tendencia en alimentos «orgánicos» ha llevado a algunos astutos, incluidos los afectados, a intentar obtener su miel directamente de la colmena.
⚗️ Detalles de la cura: [BOCA⭐] [FURÚNCULO⭐⭐] [DOLOR⭐⭐]
⌛ Tiempo límite: 13
🌿 Ingredientes para la cura: Dentist Crab ⭐⭐, con dificultad 8 en el Lago del Deshielo para BOCA, Basilisk’s Gaze ⭐⭐⭐, con dificultad9 en la Cueva del Héroe para FURÚNCULO, y Shock Fish ⭐⭐, de dificultad 7 en el Lago del Deshielo parar DOLOR.
Desarrollo
Amaneció con viento, con las ramas del lado este golpeanado la pared con cadencia irregular. Elaria ya estaba en pie desde hacía una hora, clasificando raíces y anotando lo que le quedaba de ungüento para escozores. Thiriel, que había salida aún más temprano a cazar, entró por la ventana a media altura, sacudiéndose una pluma mojada.
—Han llegado rumores nuevos desde el pantano del sur —dijo.
—¿Y qué clase de rumores puede haber en un pantano?
—Que en las tabernas para monstruos de los pantanos, alguien, supuestamente un caracol con sombrero, ha convencido a medio gremio de que chupar miel directamente de la colmena es la nueva moda gastronómica saludable.
Elaria alzó la vista lentamente.
—¿Y cuántos han terminado con la lengua como un nabo cocido?
—Al menos uno. Está en tu porche.
Elaria salió. Allí, sentado sobre un banco bajo reforzado con piedra, estaba un monstruo cubierto de pelaje corto, con un paño húmedo colgando de la lengua inflamada. No podía hablar, solo gesticular con ojos suplicantes.
—¿La colmena era grande?
El ser hizo un gesto que parecía querer decir «más o menos».
—¿Solo tienes picaduras en la lengua?
Otro gesto afirmativo.
—Entonces aún tienes suerte.
Elaria le hizo pasar, lo tumbó en la caseta de invitados, le aplicó una pasta fría en la mandíbula y dejó una infusión ligera al lado.

Mientras buscaba el remedio, un golpe seco contra la ventana trasera la hizo girarse. Dos cuervos habían aterrizado, y uno de ellos sostenía un tubo de cuero en las patas. Ella lo tomó, lo desenrolló y leyó:
«Una joven aventurera, probablemente influenciada por monstruos o por pura estupidez, ha intentado obtener miel fresca de un avispero, directamente con la boca. No puede cerrar la boca y no para de llorar. ¿Qué tienes para esto?»
Elaria dejó caer el pergamino sobre la mesa.
—La estupidez es contagiosa, al parecer, también se transmite entre diferentes razas.
—¿Es la misma dolencia? —preguntó Thiriel.
—Exactamente la misma. Vamos a tener que volver al lago, y a la cueva. Otra vez.
Hacia el Lago del Deshielo
👣 Carta de expedición muestra 1: K de picas
👣 Carta de expedición muestra 2: 3 de corazones
🧺 Nivel de Forrajeo muestra 1: 0
🧺 Nivel de Forrajeo muestra 2: 0
⌛ Tiempo límite: 13
El agua estaba quieta. Elaria avanzaba por la orilla enfangada con las botas medio hundidas y la mirada puesta en las zonas donde los Dentist Crab solían ocultarse: grietas rocosas, bolsas de arena húmeda, y bancos poco profundos de algas densas. Thiriel volaba en círculo más alto de lo habitual.
Cuando el sol atravesó una nube baja, el lago pareció temblar.
Y entonces surgió Bàs Bàta.
Una criatura colosal, cubierta de escamas carmesí, emergió desde las profundidades con un rugido que retumbó dentro de los cuerpos de todos los seres vivos que lo rodeaban. Las piedras vibraron y el agua se levantó en una ola que rompió en la orilla. Elaria cayó de rodillas, cubriéndose los oídos. Thiriel aterrizó de golpe sobre una roca, con las alas pegadas al cuerpo, junto a Elaria. Bàs Bàta los miraba y abrió la boca. Un aliento pútrido, salado y agrio como peces muertos, los envolvió al instante. Entre sus colmillos asimétricos, uno estaba claramente roto. Infectado e hinchado. No tenía cómo ayudarlo, al menos en ese momento. Solo podía retroceder, lentamente, sin romper el contacto visual, hasta alcanzar una roca estable. El monstruo resopló una última vez y se sumergió de nuevo. La onda tardó varios segundos en desaparecer.

⌛ Tiempo límite – 1: 12
Minutos después, en otra zona más calmada, Elaria logró encontrar una muestra de Dentist Crab escondida entre unas piedras planas. Usó una red pequeña y guantes para atraparlo sin que la pinchara.
El frasco estaba casi lleno cuando un chillido agudo rasgó el aire. Desde el norte descendió una bandada de gavi-dracos, criaturas astutas y ruidosas del tamaño de gallinas robustas, con alas de gaviota y picos curvados como garfios. Uno graznó con tanta fuerza que Elaria parpadeó. Otro se abalanzó sobre su mochila.
—¡No! —gritó, girando sobre sí misma.
Los gavi-dracos se turnaban. Uno chillaba mientras otro la distraía y un tercero ya estaba rebuscando en los bolsillos laterales. En segundos, el frasco de Deep Reed y las Songberries fueron arrebatados en una danza sincronizada de alas y patas escamosas.
Cuando Thiriel descendió en picado, por fin los ahuyentó, dispersándose como una nube disuelta por el viento. Elaria, jadeando, abrió el zurrón. No le quedaba ni un frasco. Lo único que había podido salvar del ataque era el Dentist Crab que aún sujetaba en la mano. Suspiró con la mandíbula apretada.
Cuando se repuso del ataque, intentó seguir buscando una segunda muestra de Dentist Crab. Removió piedras, revisó trampas pequeñas y miró en zonas donde antes los había encontrado, pero nada.
—Hoy no creo que ya encontremos nada aquí —dijo finalmente.
Thiriel no respondió. Observaba el agua, como si esperara que algo más saliera.
👣 Carta de expedición: 6 de diamantes
🧺 Nivel de Forrajeo: 1
⌛ Tiempo límite: 11
Al día siguiente Elaria bajó de nuevo al lago.
El aire era distinto, no más frío o más denso, pero había algo distinto en el ambiente. Thiriel también lo notó, y decidió no volar, caminando detrás de ella, con las alas plegadas y las garras tocando el suelo con cuidado.
—¿Oyes eso?
Elaria se detuvo y agudizó el oído. El agua golpeaba las piedras como siempre, pero entre oleaje y viento, algo más se coló en el fondo del sonido. Un sonido lejano, grave, como un ladrido. Un segundo ladrido resonó segundos después, mucho más cercano que el primero.
—Se está acercando y no vamos a esperar el tercero. Tenemos que irnos —dijo Elaria.
—¿Qué es?
—Un Cù-sìth. Las leyendas lo pintan como un perro enorme, peludo, con ojos vacíos. Lo que vi una vez era solo una sombra de cuatro patas, pero bastó para que tres hombres no volvieran a hablar en semanas.
Guardó lo que tenía en las manos, tomó el zurrón y empezó a moverse con rapidez por la línea del agua.
—¿Dónde?
—Vamos hacia las rocas que hay al sur. Hay una cueva semienterrada. Es fría, estrecha, pero nos podemos esconder dentro de él.
No corrieron, sino que caminaron rápido, sin hablar, sin mirar atrás. El tercer ladrido llegó justo cuando se deslizaban dentro de la grieta entre las rocas.
Dentro, el espacio olía a humedad rancia y a raíces. Thiriel no habló. Elaria respiró lento, apoyada contra la piedra. Al cabo de unas horas decidieron salir. El lago seguía quieto, pero el tiempo había pasado y tenían que volver a casa.

—Otro día perdido —murmuró Elaria.
—¡Al menos seguimos vivos! —respondió Thiriel, encogiéndose de hombros.
⌛ Tiempo límite – 1: 10
👣 Carta de expedición: 5 de picas
🧺 Nivel de Forrajeo: 2
⌛ Tiempo límite: 9
Al día siguiente volvieron a bajar al lago.
No encontraron nada, por mucho que buscaron, y cuando ya iban a volver a casa con las manos vacías, al final de la tarde, vieron el bote de Tarn, ese mismo que habían visto semanas atrás en medio del lago, amarrado junto a una roca. El enano, como siempre, parecía más ocupado en ordenar aparejos que en pescar.
—Curandera —saludó sin alzar la voz, al reconocerla—. ¿Has vuelto por más ingredientes?
—La verdad es que sí, y esta vez es más urgente.
Elaria le explicó que llevaban varios días buscando un segundo Dentist Crab y no había manera. Le contó también su encuentro con el Bàs Bàta, el robo de los gavi-dracos y el acecho del Cù-sìth. Tarn la escuchó sin interrumpir. Cuando terminó, se rascó la barba y dijo:
—Tengo uno.
Elaria abrió la boca para preguntar qué quería a cambio, pero Tarn alzó una mano.
—No me lo pagues. Te estás ganando una reputación y más de uno del pueblo tiene historias con tu nombre. Ahora mismo no necesito tus servicios, pero si algún día me toca, quiero que sigas ahí.
Sacó un frasco largo de cerámica, sellado con cera negra, y se lo tendió.
—Considéralo parte de un futuro pago.
Elaria lo tomó en silencio, con una inclinación mínima de cabeza.
—Lo cuidaré bien —dijo.
Tarn sonrió.
👣 Carta de expedición muestra 1: 6 de tréboles
👣 Carta de expedición muestra 2: 4 de corazones
🧺 Nivel de Forrajeo muestra 1: 0
🧺 Nivel de Forrajeo muestra 2: 1
⌛ Tiempo límite: 8
Al día siguiente volvieron al lago. La idea era sencilla: después de la odisea que habían pasado para conseguir las dos muestras de Dentist Crab, conseguir dos Shock Fish no podía ser mucho peor.
Elaria apenas había comenzado a instalar las trampas en un banco de algas cuando el sonido volvió.
—¡No! —dijo, sin girarse.
Thiriel alzó el cuello.
—¿Otra vez?
Un ladrido seco y hueco resonó sobre el agua. Luego otro. El eco se arrastraba sobre las piedras. No esperaron al tercero.
—A la grieta, la misma que usamos ayer.
Corrieron, esta vez estaban algo más lejos de la grieta. Entraron en la cavidad de piedra antes del tercer ladrido, respiraron entrecortadamente.
—No vamos a encontrar nada hoy —dijo ella.
—No con él patrullando —respondió Thiriel.
⌛ Tiempo límite – 1: 7
Al día siguiente, probaron una zona distinta. Una playa baja donde la corriente había depositado ramas secas, piedras planas y basura flotante, un lugar prometedor para peces eléctricos que se ocultaban bajo la hojarasca. Elaria dio dos pasos, tanteó el terreno con el bastón… y tropezó.
—¿Estás bien?
Se levantó con barro en las manos y el gesto torcido.
—He tropezado con una maldita lata.
Era un cilindro de metal oxidado, vacío, con una tapa partida y restos de cuerda enredada. Lo lanzó al agua con más fuerza de la necesaria.
—Hoy tampoco.
Thiriel se sacudió las patas.
—Llevamos varios días sin encontrar nada, un perro legendario nos persigue… y ahora un trozo de basura.
Elaria miró el lago.
—Y aún tenemos que ir a por el basilisco.
👣 Carta de expedición muestra 1: 10 de corazones
👣 Carta de expedición muestra 2: 3 de tréboles
🧺 Nivel de Forrajeo muestra 1: 2
🧺 Nivel de Forrajeo muestra 2: 0
⌛ Tiempo límite: 6
La mañana estaba despejada. Elaria decidió probar suerte en una zona poco explorada del lago, donde los pescadores hablaban de restos de embarcaciones encalladas, cubiertas por agua poco profunda y musgo denso.
—¿No es mejor evitar naufragios? —preguntó Thiriel.
—No lo sé, pero ya estoy desesperada —respondió Elaria, bajando por una pendiente rocosa.
En uno de los bajíos, encontró un esqueleto viejo, encorvado, casi encajado en la roca, abrazado a un cofre cubierto de algas y conchas.
—No creo que haya nada interesante dentro. Si hubiese oro, ya se lo habrían llevado —murmuró.
Abrió la tapa con la hoja del cuchillo. Dentro encontró algo inesperado: un contenedor sellado de vidrio grueso, aún intacto, con un líquido turbio y perfectamente conservado.
—Dentist Crab, otra vez.
Lo envolvió en tela encerada y lo guardó con sumo cuidado.

⌛ Tiempo límite: 5
Esperanzados con el ingrediente encontrado, siguieron caminando en busca del Shock Fish. Parecía un día tranquilo. Lo parecía hasta que el primer gavi-draco graznó desde el cielo, y luego otro, y otro. En segundos, Elaria y Thiriel estaban rodeados por la misma banda de criaturas aladas que ya conocían demasiado bien.
—¡No otra vez! —gritó Elaria, girando sobre sí misma mientras una sombra pasaba rasando y otro pico le arrancaba un frasco del zurrón.
Thiriel bufó y alzó vuelo, intentando dispersarlos.
—¡Yo los distraigo! ¡Tú guarda lo más importante!
Elaria protegió el frasco más cercano: el Dentist Crab hallado en el cofre. Todo lo demás desapareció en un torbellino de alas y chillidos. Al final, sólo quedó un frasco.
—Es oficial —dijo Elaria, al sentarse en una piedra con la mirada perdida—. Esta semana no es nuestra.
—No lo fue desde que el paciente intentó comerse la colmena —añadió Thiriel.
👣 Carta de expedición: 9 de picas.
🧺 Nivel de Forrajeo: 1
⌛ Tiempo límite: 4
Pero no podían darse por vencidos. Elaria y Thiriel volvieron al lago, que ese día estaba tranquilo, al menos en apariencia. Elaria avanzaba sola. Thiriel se había quedado más atrás, cansado de dar vueltas en círculos sin resultado.
Mientras sumergía una cesta de cebo a medio metro de profundidad, Elaria recordó el día en el que se encontraron con la sirena cantarina, cuando un canto había surgido del centro del lago y por un instante, hasta el aire se había quedado en silencio para apreciar su belleza.
—¿Lo recuerdas? —preguntó Elaria.
—Todavía no estaba contigo… pero tuvo que ser realmente maravilloso por el brillo de tus ojos al recordarlo —respondió Thiriel.
No era nostalgia, era el tipo de recuerdo que te sube la moral y te ayuda a seguir, aunque no hayas encontrado nada tantas veces. Bajó la cesta con cuidado y esperó. Algo tiró. Con reflejos precisos, alzó la red, y allí estaba: un Shock Fish, pequeño pero intacto, aún chispeando débilmente. El pececillo, asustado, liberó una nube de fluido cargado eléctricamente, que Elaria recogió rápidamente en un frasco preparado y lo selló inmediatamente con cera para mantener la energía contenida.
—¡Por fin! Al menos podremos curar a uno de los dos.
Lo colocó en un contenedor doble, lo envolvió en lino húmedo y lo guardó sin una palabra más.
—¿Ya está? — preguntó Thiriel.
Elaria asintió.
—Sí. Ya está.
Hacia la Caverna del Héroe
👣 Carta de expedición: 2 de tréboles.
🧺 Nivel de Forrajeo: 0
⌛ Tiempo límite: 3
La galería oeste de la cueva tenía la humedad adecuada, poca circulación de aire y una temperatura constante. Elaria ya había estado allí antes y sabía que en una grieta cercana podían crecer las vetas de cristal donde los Basilisk’s Gaze solían dejar sus secreciones si se movían por la zona. Avanzaron despacio y en silencio.
—Pisa solo en la piedra gris —le recordó Thiriel desde atrás.
Demasiado tarde: un crujido seco y hueco estalló bajo su bota derecha. Un fémur humano mal colocado. El sonido no fue fuerte, pero en el silencio de una cripta subterránea, no hacía falta que lo fuera. Desde las paredes laterales, susurros comenzaron a surgir, susurros que se convirtieron en protestas y quejas.
—¡Otra vez tú!
—¡Pisa más suave!
—¡Esto no es museo! ¡Es una tumba!
—¡El último que rompió una costilla lo pagó caro!
Elaria cerró los ojos y se llevó dos dedos al puente de la nariz.
—No estoy saqueando, estoy buscando Basilisk’s Grace para un paciente que ha intentado comerse mi colmena a mordiscos.
—¿Miel? ¡Esto ya no es serio! —protestó una voz más ronca.
—¿Qué nos ofrecéis esta vez? ¿Más té de raíz? ¿Un poco de silencio nocturno?
Elaria sacó un pequeño frasco con aceite de abedul y lo colocó junto a la entrada lateral de la tumba abierta.
—Antipolilla. Dura semanas y huele mejor que… ¡huele muy bien!
Los murmullos cesaron poco a poco.
No encontró ningún rastro de basilisco esa tarde.
👣 Carta de expedición: As de diamantes.
🧺 Nivel de Forrajeo: 1
⌛ Tiempo límite: 2
El segundo intento fue más calculado. Elaria había repasado el mapa, revisado las rutas, marcado cada bifurcación. Había usado tiza para no volver sobre sus pasos y había bajado sin prisa, repasando mentalmente cada ubicación probable del basilisco.
Y aún así, no supo ver la trampa. Oculta entre dos losas aparentemente seguras, una placa de presión mal conservada cedió bajo su peso. Hubo un estallido de humo ácido y un crujido bajo la bota que torció su tobillo con un golpe seco. Thiriel descendió de inmediato, agitado.
—¿Te alcanzó?
—Solo en la pierna —dijo Elaria, sentándose con el rostro tenso.
Se vendó con cuidado y limpió la piel con un poco de infusión de tomillo que llevaba preparada, se puso una tobillera rígida y apoyó el peso en el bastón.
—Me rindo. No hay manera. Se nos ha acabado el tiempo y yo no puedo más —dijo.
Salieron sin hablar más. La luz exterior les golpeó los ojos.

⌛ Tiempo límite – 2: 0
La vuelta a casa, la preparación y la entrega
⌛ Tiempo límite: -1
Después de vendarse el tobillo con más tranquilidad en la cabaña, Elaria durmió sin soñar. No profundamente, sino con el tipo de descanso que llega cuando el cuerpo ya no tiene energía ni siquiera para pensar. El amanecer siguiente llegó con luz blanca filtrándose entre las ramas.
Se levantó sin hablar y preparó una infusión suave. No encendió el fuego grande.
La entrega
Sacó una hoja nueva, un tintero pequeño, y escribió con trazos claros:
“No he podido preparar la cura. He hecho todo lo posible. Lamento el dolor. Lamento no haber estado a la altura, pero al menos no es grave y se le pasará. – E.”
Enrolló la nota, la selló con cera, y la sujetó con un hilo al cilindro de envío. El cuervo la miró cuando se la ató al pecho y esperó a que ella hiciera el gesto.
—Vuela recto. No se merece más retraso.
El cuervo alzó vuelo sin un graznido. Solo el sonido del aire cortado por sus alas quedó flotando por un instante.
Luego se vistió y caminó hasta el lindero del bosque. Sabía que él seguiría allí, esperándola como cada día. El monstruo estaba de pie, con la espalda apoyada contra un tronco viejo. Tenía la lengua aún inflamada, pero sus ojos estaban muy despiertos. Elaria se acercó con calma. No dijo nada al principio, no sabía como empezar. Finalmente, con una voz más baja de lo habitual, dijo simplemente:
—No puedo hacer la poción. No he conseguido encontrar los ingredientes. Lo intenté todo, de verdad, pero no ha habido manera.
El monstruo asintió, sin un reproche, solo un gesto de aceptación que, lejos de aliviarla, la hizo sentirse aún peor. Elaria se quedó allí unos segundos. Luego, sin saber muy bien por qué, sacó de su zurrón una pequeña tela fresca, la mojó con infusión de caléndula y se la ofreció.
—No es una cura. Pero… algo te puede aliviar el dolor…
El monstruo la tomó con dedos gruesos y torpes, se la pasó por la lengua, cerró los ojos un segundo y respiró hondo. Después, se alejó caminando de vuelta al bosque, lentamente.
Elaria se quedó un buen rato mirando cómo se perdía entre los árboles.
💰 Pago: 0 monedas.
El diario
No había nada que escribir en el diario. Todo quedó como estaba.
Descanso
⌛ Tiempo de descanso: 6
El primer día Elaria no hizo nada. Se levantó, se vistió y preparó té. Miró por la ventana durante más de una hora sin hacer nada más. Thiriel no dijo nada. Se posó cerca del fuego y respetó su silencio.
Al segundo día, Elaria salió al porche con una cesta de herramientas y se dirigió directamente a la colmena. La estructura había quedado deformada, con parte de los panales abiertos y el tejadillo astillado. Algunas abejas aún entraban y salían, desconfiadas. El monstruo había sido descuidado, torpe, pero no había destruido la colmena totalmente.
—Lo que se rompe se arregla. —murmuró.
Reforzó el soporte lateral con madera de roble, colocó nuevos listones donde faltaban, derritió cera vieja para sellar fisuras, y limpió la entrada con una mezcla suave de vinagre de sidra y hierba de roca, para repeler ácaros.
Thiriel la observaba desde una rama.
—¿Te ayuda trabajar?
—No mucho, pero debo hacerlo.
Las abejas tardaron un día y medio en recuperar la normalidad.
Elaria tampoco se apresuró.
Durante el resto del descanso, no escribió en el diario, no forrajeó, y no mezcló ingredientes.
Solo limpió y reparó. Y por la noche, se sentaba junto al fuego con una taza caliente, observando cómo las sombras se movían más allá de su ventana.

Nuestro primer fracaso, ¡y por dos! Elaria tiene los ánimos por los suelos, y no me extraña.
Hasta luego, gente!
Apothecaria. Partida 1. Primavera. Semana 11.
La mañana había comenzado con una niebla ligera y un silencio inquietante. Elaria estaba en la cocina, destilando una pequeña cantidad de Deep Reed para futuras mezclas, cuando se escuchó un golpe seco en la puerta. Thiriel, desde su rincón, ni se movió. Era un hombre del pueblo, joven, nervioso, con ojeras marcadas y un pañuelo apretado contra la garganta.
Apothecaria. Partida 1. Primavera. Semana 13
Apenas comenzaba a calentarse el aire en la linde del bosque cuando Elaria escuchó pasos decididos, con un ritmo marcado. Un aventurero se presentó en la entrada, con un pañuelo sucio alrededor del cuello y una voz que dolía al escucharla.