02/12/2024. Ironsworn: Preparando la partida.

Hoy voy a preparar mi primera partida al Ironsworn en solitario.

Es mi primera vez, así es que cometeré todos los errores del mundo. Pero como es mi juego y mi diversión, los errores están permitidos.

En el día de hoy voy a preparar mi mundo y mi personaje. Será el comienzo de una gran epopeya.

Si quieres ver qué opino del juego, haz clic aquí, pero te perderás una gran aventura…

Ambientación

Vamos a comenzar por definir el mundo en el que vivimos. Aquí están reflejados los dogmas que rigen nuestro universo:

El viejo mundo: La epidemia barrió el Viejo Mundo; no dejaba vida a su paso. Barcos zarpaban con miles de personas a bordo. Sin embargo, no se pudo contener la enfermedad. En muchos casos, las medidas que se tomaban eran crueles, como arrojar por la borda a cualquiera que mostrase el más mínimo síntoma. Hubo naves que se perdieron para siempre. Al final, los hombres y mujeres que sobrevivieron encontraron en las Tierras del Hierro un nuevo hogar. Hay quienes dicen que seremos malditos para siempre por las almas que dejamos atrás.

Hierro: Repartidos por toda la tierra hay unos enigmáticos pilares de metal. Son grises como el hierro y suaves al tacto como un canto rodado. Nadie sabe para qué sirven. Hay quien dice que son tan antiguos como el propio mundo. Hay quienes los veneran, como los Sacerdotes del Hierro, que llevan a cabo sus rituales de juramento en ellos. La gran mayoría, sin embargo, hacen el signo de protección contra el mal de ojo y se apresuran cuando se cruzan con uno. Estos pilares no se deterioran y ni siquiera la hoja más afilada puede hacerles mella.

Legados: Antes que el pueblo del Hierro, antes incluso de los primeros nacidos, otro pueblo vivió en estas tierras. Pueden encontrarse vestigios y ruinas antiguas de este pueblo por todas las Tierras del Hierro.

Comunidades: Hemos domado la tierra y forjado el Hierro para convertirlo en nuestro hogar. De unas comunidades a otras, por las calzadas de piedra, van las gentes del Refugio. El clima, no demasiado duro en invierno y cálido en verano, permite el tránsito de comerciantes y buhoneros de un lugar a otro. Aun así, gran parte de esta tierra sigue virgen.

Líderes: El liderazgo es tan variado como nuestra propia gente. Algunas comunidades están gobernadas por la cabeza visible de una familia poderosa. Otras tienen un consejo de ancianos que toman las decisiones y resuelven las disputas. En otras, los sacerdotes tienen la última palabra. En algunas, los duelos en el círculo de arena son los que deciden.

Defensa: Cada comunidad se defiende de manera tan variada como sus liderazgos. Hay comunidades en las que la gente se une para proteger a los suyos, y hay comunidades en las que existe una milicia o ejército que la protege.

Artes místicas: La magia es rara y peligrosa, pero hay un puñado de gente que tiene el don y es capaz de esgrimir su poder.

Religión: Depende mucho de cada comunidad. Las comunidades con climas más extremos aún creen en los dioses, y los culpan de los malos tiempos. Otras comunidades más prósperas piensan que los dioses nos abandonaron hace mucho tiempo atrás.

Los primeros nacidos: son cosa de las leyendas. Se dice que hay supervivientes de las primeras tribus que aún habitan en las profundidades de los bosques y en las montañas más altas, pero casi todo el mundo cree que los primeros nacidos nunca fueron más que un mito.

Bestias: Las bestias de antaño no son sino leyendas. Quienes se han internado en los profundos bosques y en las grandes montañas a veces han regresado con historias increíbles sobre criaturas monstruosas, pero está claro que no son más que alucinaciones. No existen tales cosas.

Abominaciones: Bestias monstruosas merodean en las zonas más salvajes de las Tierras del Hierro.

Hoja e introducción al personaje.

Mi nombre es Shivanian.

Soy una hija del hierro.

Vivo en Cascada Aguas Blancas, al noroeste de El Refugio, en tierras colindantes a los bosques primigenios.

Nunca he salido de mi aldea, salvo a recoger hierbas y plantas con mi abuela al bosque cercano a nuestra pequeña comunidad.

Mi madre murió cuando yo nací, y mi padre… La verdad es que no sé qué decir de él. Nadie habla de mi padre. Mejor dicho, nadie hablaba de mi padre hasta hace dos días.

Hace dos días falleció mi abuela. Ella era la mujer sabia de la aldea. Curandera, matrona y dadora de consejos a los necesitados. Todo el mundo la quería y la veneraba. Yo siempre había pensado que cuando ella faltase, yo ocuparía su lugar. Para eso he sido educada. Pero no ha sido así.Toda la adea se ha puesto en mi contra tras la muerte de mi abuela. Me han acusado de causar su enfermedad y, por consiguiente, su muerte. Dicen que estoy maldita a causa de mi sangre, de la sangre de mi padre… Mi padre, ese señor que no conozco, pero que parece ser que es de lo peor que se puede encontrar, y la causa de todos mis males.

Solo Nikote, una vieja anciana del pueblo, se me acercó a decirme que ella sabe la verdad. Sabe que no es culpa mía, y que aunque mi s abuelos nunca estuvieron de acuerdo con la relación entre mis padres, la respetaban porque sabían el amor mutuo que se profesaban.

Cuando pregunté a Nikote por mi padre, miró en derredor asustada y me susurró «No se habla de esas cosas, niña. Las leyendas tienen que seguir siendo leyendas, o los dioses nos castigarán». Y se marchó corriendo, dejándome sola delante de las tumbas de mi familia. O de parte de mi familia.

Y aquí estoy, sola, a las afueras del pueblo con los pocos enseres que me han dejado recoger. Tras el entierro de mi abuela, una representación de las mujeres de la aldea llamó a mi puerta y me sugerió que abandonase mi hogar antes de la caída de la noche. En caso de que no lo hiciese, no se hacían responsables de las consecuencias. En la puerta de mi casa había pintado una garra. La señal de mal.

Cogí lo que pude a la carrera; un poco de comida, algo de ropa limpia y la única posesión que tengo de mi madre: un colgante en forma de hoja estrellada tallado en una piedra verde brillante. Me lo dió mi abuela cuando cumplí los 15 años porque ya era lo suficiente mayor para entender que, aunque es una joya digna de lucer en el cuello de una reina, nadie debe saber que lo tengo. En ese momento no hice ninguna pregunta. Ahora me arrepiento de no haberlas hecho.

A partir de aquí no sé que hacer exactamente con mi vida.

Apenas hay otros asentamientos alrededor del mío, y supongo que las noticias volarán en poco tiempo y tarde o temprano, seré repudiada de cualquier lugar al que llegue «por mi sangre», sea lo que sea que eso quiera decir.

He de encontrar a mi padre, o al menos a su familia, para tratar de entender qué mal es el que tiene mi sangre. Cada vez que pienso en ello veo la cara de Nikote diciéndome que no se habla de ello… estaba realmente asustada. Pero tampoco es que se pueda decir que Nikote es una persona emocionalmente estable. En el pueblo la toman por una loca, aunque de vez en cuando suelta verdades como puños por esa boquita suya.
Quizás podría intentar hablar con Kasidi, la mejor amiga de mi abuela. Ella me ha visto crecer. Mi abuela y Kasidi se juntaban prácticamente todas las tardes a charlar de la vida. Mientras mi abuela preparaba sus recetas y medicinas, Kasidi se sentaba junto a la mesa a hacer punto, y yo me entretenía con mis juguetes junto al fuego. A veces me regalaba un vestido de punto que acababa de hacer, o una muñeca. Eso me hacía sentir muy bien.

Decidido, tengo que ir a hablar con Kasidi. Espero que el cariño que le profesaba a mi abuela evite que me delate a voces cuando me vea en la puerta de su casa… E incluso que intente acabar conmigo.

Y hasta aquí el día de hoy. Espero que os haya gustado la introducción.

Hasta luego, gente!

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